Reflexiones
acerca del Método Billings como estilo de vida y sus incongruencias con
la Fe católica
(Escrito en el periodo de Julio 1994 a Diciembre 1995)
INTRODUCCIÓN
Aclaración inicial.
Este
documento no pretende ser exhaustivo en cuanto a las diversas formas de
expresión de amor en el matrimonio, que son miles y muy diversas. Eso
requeriría muchas páginas.
Únicamente pretendo hacer una reflexión acerca de las incongruencias que
he encontrado entre la fe católica y el método Billings "como estilo de
vida" y el daño que puede ocasionar en la única forma de expresión de
amor exclusiva y característica del matrimonio: las relaciones sexuales.
Cabe aclarar que admiro enormemente a los Dres. Billings, a quienes tuve
el gusto de conocer en 1982 y aprecio muchísimo su trabajo de
investigación y promoción de la vida y que las reflexiones que he
escrito aquí, no se refieren de ninguna manera a "los fallos" que le
achacan al método Billings, pues estoy totalmente convencida de su alta
efectividad como método de regulación de la fertilidad.
Por otra parte, dado que mi nombre aparece en muchos libros de religión,
quiero dejar claro que la forma de pensar que aquí manifiesto, no
refleja necesariamente la línea de pensamiento de ninguna de las
organizaciones religiosas y civiles a las que pertenezco, sino que es
únicamente la expresión de las conclusiones a las que he llegado,
después de diez años de vivencia del método de la ovulación Billings
como "el estilo de vida de mi matrimonio", apegándome en todo momento a
la doctrina católica.
Diez años con el método Billings
Empezaré hablando de mí, lo cual tal vez no sea muy correcto, pero esto
resulta indispensable para que se puedan entender todas mis posteriores
reflexiones.
Soy una mujer de treinta y cuatro años con un organismo sano. Mis
períodos son de veintiocho días exactos, con clara diferencia entre
fases fértiles e infértiles. Conocí el método Billings mucho antes de
casarme y en ese entonces, me pareció la solución ideal para un
matrimonio cristiano que desea ser fiel a Dios y desea cumplir con una
paternidad responsable.
El estilo de vida Billings ha sido mi estilo de vida durante diez años de matrimonio.
Y todo parecía ir bien, hasta que un día mi conciencia me empezó a decir
que no estaba haciendo lo correcto, que algo no estaba bien en la
vivencia del método como un estilo de vida para mi matrimonio.
Llegó un
momento en que la situación se volvió insoportable pues mi conciencia no
me dejaba en paz, y hace dos meses llegué con mi director espiritual y
le dije: "¡No estoy de acuerdo con el método Billings!. ¡Me choca!".
El soltó una carcajada, pues siempre fui una promotora aguerrida del método.
Intenté explicarle, pero no lo logré, pues mis sentimientos adversos
eran fruto de mucha oración, muchas reflexiones, largas conversaciones
con mi marido y muchas horas de insomnio, por lo cual decidí escribirlas
y son las que ahora tienes en tus manos.
Las Primeras Reflexiones... ¿es el Billings un método "natural"?
Debido a mi trabajo como redactora de libros religiosos, he tenido que
estudiar con profundidad las Sagradas Escrituras y muchos documentos de
la Iglesia.
Gracias a ello, he descubierto la grandeza del matrimonio desde el punto
de vista de Dios y he podido palpar cómo es que Dios ha visualizado
desde siempre las relaciones sexuales dentro del matrimonio, como un
medio inigualable de comunicación, amor y colaboración a su obra
creadora a través de la procreación.
Pero... no por esto mis primeras reflexiones fueron muy elevadas. Al
contrario, eran francamente terrenas, se limitaban a dos preguntas:
¿Por qué lo llaman método natural, si funciona exactamente al revés de
las leyes naturales? A simple vista, es tan natural como comer cuando no
tienes hambre y dormir cuando no tienes sueño...
¿Quién inventó que el Billings mejora la comunicación en la pareja? ¿Existen acaso estadísticas al respecto?
Estas ideas surgieron al ver los sentimientos confusos que el método genera con respecto a las relaciones sexuales,
en los matrimonios que lo llevan.
Para darme a entender, me he permitido transcribir, con su autorización,
las páginas del diario de una amiga a quién solía darle asesoría cuando
yo era instructora del método.
18 de abril
Querido diario...
Hoy estoy de un humor magnífico, me siento muy bien física y
psicológicamente. Mi marido amaneció guapísimo y mi nivel hormonal está
perfecto para sentir una atracción irresistible hacia él. Mi vientre
está plano, mis senos redondeados, mi pelo dócil, el cutis perfecto.
Me encantaría demostrarle mi amor juntando todo el ágape, filios y eros
que siento por él, pero hoy no es posible eso, pues...¡qué horror!
¡estoy fértil! Y , si me le acerco aunque sea un poquito, lo mas
factible es, o que terminemos con una ofensa grave a la castidad en el
matrimonio, o que empecemos algo que sabemos que no vamos a terminar y
nos quedemos tristes e insatisfechos. Porque, definitivamente...¡ninguno
de los dos queremos otro hijo!
¡Bah! Lo mejor será ponerme mi pijama de franela e irme a leer a la cama
mientras él ve la tele. Cuando llegue él a la cama, simularé que estoy
dormida para huir de la tentación.
¿Por qué está tan guapo el día de hoy? ¡No es justo!
26 de abril
Querido diario...
Hoy he estado de un humor pésimo, mi nivel hormonal no me ayuda nada: Me
siento cansada, tengo dolor de cabeza y mi vientre está inflamado por
dentro y por fuera por la proximidad de mi regla...
Tengo granos en la cara, mis senos están adoloridos, mi pelo imposible de peinar...
Al rato que llegue mi marido, se me antoja platicarle todo lo que he
sentido hoy y decirle que lo quiero, mientras jugamos una partida de
backgammon con una taza de té de manzanilla bien caliente.
Se me antoja recibirlo con mi pijama de franela y mi bata calientita.
Pero...¡No! Hoy es un día infértil y hace muchos días que no tenemos la
oportunidad de tener relaciones. Haré un esfuerzo, me pondré guapa (a
ver si logro algo) y lo recibiré con besos y abrazos. Me va a costar
trabajo, pues no se me antoja nada, pero...¡Hoy nos toca! Y si le digo
que no estoy dispuesta....¡se muere! La ventaja es que ya descubrí que
haciendo el amor se me quita el dolor de cabeza.
2 de mayo
Querido diario...
¡Auxilio! ¡No me ha venido mi regla! Si estoy embarazada.....¡me muero!
¿Cómo le voy a decir a mi marido? ¡me va a matar! Seguro me va a decir
que soy una tonta, que no sé observarme, qué no sé llevar la gràfica,
que he dicho mentiras...
Capaz que hasta piensa que lo he engañado con otro, pues con él sólo he tenido relaciones en días infértiles...
¿Qué voy a hacer? Espero que sea algo así como una pesadilla y mañana
descubra que ya me vino mi regla. Por lo pronto.... estoy en la
depresión total.
He mostrado estas páginas a varias usuarias del método y todas sonríen y
concuerdan en que éstas ilustran bastante acertadamente la realidad que
vive la mujer llevando un "estilo de vida" Billings.
Esta situación me llevó a cuestionarme:
¿Qué tiene que ver este diario con lo que Dios visualizó cuando nos creó hombre y mujer?
¿Qué tiene que ver este diario, con el mandamiento que da muchísimas
veces en la Sagrada Escritura: "Procread y multiplicaos y henchid la
tierra"?
¿Qué tiene que ver con la comunicación e intimidad que prometen los instructores del método?
¿Qué tiene que ver con la alegría que un nuevo hijo debería ocasionar en un matrimonio cristiano?
Profundizando un poco más sobre el método Billings
A través de estas reflexiones puramente terrenas, fui profundizando en
pensamientos un poco más teológicos y fue entonces cuando llegué a una
conclusión sumamente extraña y preocupante:
Si es verdad que Dios es infinitamente sabio, que Dios es el único dador
de la vida, que Dios es mi Padre providente, que ha amado a cada hombre
de una manera única e irrepetible y le ha asignado a cada uno una
misión específica e irremplazable en la tierra, entonces tener un hijo
es algo maravilloso y ... vivir un estilo de vida Billings para limitar
el número de hijos, es una verdadera tontería!
Si, por el contrario, lo sensato es vivir un estilo de vida Billings, en
pro de la "paternidad responsable"... entonces tendríamos que poner en
duda esas verdades eternas.
¿Será posible que Dios no sea tan sabio, ni tan bueno, ni tan providente?
¿Será posible que mi marido, mis hijos y yo misma, podamos ser un
producto de la irresponsabilidad de nuestros padres y no creaturas de
Dios, elegidas desde toda la eternidad?
Al llegar a este punto en mis reflexiones, fue cuando estallé y acudí a
mi orientador moral en busca de ayuda: "Me choca el método Billings! ¡Es
incongruente lo que creo! ¿Cómo es esto posible, si me lo han enseñado,
aconsejado y promovido los mismos que han sido mis maestros en la fe?
¿Qué debo creer? ¡Auxilio!".
A pesar de ser mujer, soy bastante racionalista y me he dado cuenta en
mi trabajo de que la fe y la razón se complementan a la perfección. No
hay nada que no concuerde maravillosamente.
Por esto, decidí pensar y pensar en estas conclusiones, rezar y rezar,
hasta aclarar los fundamentos de cada una de ellas. A mi marido le
quiero agradecer sus críticas, refutaciones, reclamos, y racionalismos,
(bastante mas racionales que los míos), pues me ayudó enormemente a
aclarar y fundamentar todas mis ideas.
Primera Reflexión: Si Dios es infinitamente sabio...
Yo creo firmemente que Dios es infinitamente Sabio. Creo, por lo tanto,
que todo lo creado por Él está hecho con infinita Sabiduría.
Gracias a que Dios es sabio, las leyes que puso en el Universo son
perfectas. Cada una tiene razón de ser y gracias a ellas los planetas no
se estrellan unos con otros, sino que giran en órbitas perfectamente
diseñadas.
Gracias a ellas, el agua siempre moja, el fuego siempre quema y el equilibrio del universo se mantiene.
La sabiduría que se palpa en las leyes que rigen el Universo, nos confirma que a Dios no le fallaron los cálculos.
A lo largo de la historia, hemos podido constatar las consecuencias
nefastas que acarrea para el hombre, intentar violar las leyes y los
ciclos planeados por Dios.
Al crear a la mujer, puso Dios en ella una maquinaria reproductora sujeta a ciertas leyes:
a) Esta maquinaria fue diseñada para ser fértil solamente unos cuantos días de cada mes, durante unos cuantos años de su vida.
b) Las leyes que rigen esta maquinaria hacen que el mecanismo hormonal
prepare el cuerpo y la mente de la mujer para tener relaciones en los
días fértiles y no así en los infértiles.
Con estos ciclos sabiamente diseñados, Dios planeó que las mujeres no
pudiéramos tener ochenta hijos, sino cuando mucho... unos quince, y esto
suponiendo mucha juventud, mucha salud y relaciones sexuales muy, pero
muy frecuentes.
Ahora, siendo realistas... las mujeres cada día se casan menos jóvenes y
el ajetreo de la vida moderna hace que las relaciones conyugales se
vuelvan más escasas de forma natural en cualquier matrimonio. Estas dos
situaciones, ya por sí mismas, harán que nazcan menos niños en el mundo,
sin necesidad de ningún método de control de la fertilidad.
Pienso... Si Dios hubiera querido un número menor de hijos, ¿no hubiera
sido más fácil para Él, diseñar a la mujer para que fuera fértil cada
dos o tres años y no cada mes?
Pero no lo hizo así. Dios, la Sabiduría plena, diseñó a la mujer fértil
cada veintiocho días... y con el cuerpo y la mente preparados para las
relaciones sexuales justo en los periodos fértiles.
¿Cuáles habrán sido sus pretensiones?
¿Qué se escribieran muchos diarios como el de mi amiga o que las familias fueran más numerosas?
La otra opción que me quedaba, era dejar de creer en la sabiduría de
Dios y pensar que en esto sí le habían fallado los cálculos.
El método Billings, como estilo de vida, nos lleva a dudar de la
sabiduría de Dios en cuanto a la frecuencia que deberían tener los
periodos fértiles: nos observamos, apuntamos, nos cuidamos, huimos de la
fertilidad como si fuera una maldición enviada por Dios o , por lo
menos, un error de su parte.
Segunda Reflexión: Si Dios es infinitamente bueno...
Si creo que Dios es bueno, entonces no puedo creer que la fertilidad de
la mujer, creatura de Dios, pueda ser algo malo, que haya que controlar
como si fuera una pasión desordenada.
Definitivamente, la fertilidad es algo bueno y querido por Dios para que
existan más hombres que dominen la tierra y que puedan después gozar de
la felicidad eterna junto a Él.
Sin embargo, en algunos matrimonios que viven el método Billings como un
estilo de vida, la fertilidad se considera casi un defecto, a pesar de
que todos sabemos que Dios les dijo a Adán y Eva: "Creced y multiplicaos
y henchid la tierra y dominadla" y que nunca les dijo: "Multiplíquense
con prudencia, hagan cálculos para que no caigan en la
irresponsabilidad".
Algo curioso sucede en el rito del matrimonio cuando se les pregunta a
los novios: "¿Estáis dispuesto a aceptar los hijos que Dios les dé?"
Todos contestamos: "Sí, estamos dispuestos", pero los que conocemos el
método Billings pensamos... "¡sin olvidar nuestra gráfica para
evitarlos!".
En cientos de casos he podido ver, que lo primero que planean los que se
van a casar, es en cómo van a controlar la fertilidad, en vez de hacer
un plan de cómo van a controlar su egoísmo, su soberbia, su ira... que
son mucho más peligrosos para una relación matrimonial.
¿No valdría la pena incluir en los cursos prematrimoniales una sesión de
cómo hacer un plan de vida para dominar las pasiones que son algo real,
en lugar de enseñarles a controlar una fertilidad que, irónicamente, no
saben todavía si existe? Una pasión desordenada nos puede perder
eternamente; en cambio, seguramente ninguna mamá se irá al infierno por
el simple hecho de haber tenido muchos hijos.
Tercera Reflexión: Los "fallos" del Método Billings
Estoy convencida de que el método Billings es infalible.
Si no tienes relaciones sexuales en los períodos fértiles, es lógico que
no concibas un hijo, porque... simplemente, no hay óvulo al que
fecundar o las condiciones para los espermatozoides son totalmente
adversas.
Entonces... ¿Cómo explicar la existencia de tantos niños concebidos en matrimonios que llevan fielmente el método Billings?
La única explicación que he encontrado, es que Dios es Todopoderoso. Si
Él pudo crear a todo el Universo sacándolo de la nada, si pudo hacer que
su Hijo naciera de una Virgen, si pudo hacer que nacieran Isaac y Juan
el Bautista de vientres ancianos e infértiles, entonces... podrá
perfectamente permitir que "falle" el Billings o cualquier otro método.
Sí. Él es capaz de hacer que se rompan las leyes naturales que Él mismo
creó, cuando así lo cree conveniente. Es lo que reconocemos con el
nombre de milagros.
Esta es la explicación que yo le doy al hecho de que nazcan, de pronto,
hijos a mujeres con las trompas ligadas, a mujeres que toman
anticonceptivos, a mujeres con dispositivo intrauterino y a mujeres que
llevan fielmente el método Billings, absteniéndose de tener relaciones
sexuales en los períodos fértiles.
¡Claro! Si Dios considera que un hijo va a ser una bendición para ese
matrimonio, puede servirse de que fallen las pastillas, que se desliguen
las trompas, que se mueva el dispositivo, que la mujer no se dé cuenta
de que está fértil. Tiene el poder para hacerlo y lo hace, porque ama al
hombre y quiere lo mejor para él.
Todos esos niños, son milagros permitidos y queridos por Dios.
Cuarta Reflexión: ¿Puede ser un hijo, el producto de una irresponsabilidad?
¡Eres una irresponsable!
Estas fueron las palabras con las que una tía "me felicitó" cuando supo que estaba esperando a mi cuarto hijo.
Una amiga de ella que estaba ahí presente, fue la que intervino a mi
favor diciendo: realmente es muy afortunada, mis dos hijas no han podido
tener bebés y llevan muchos años buscándolos.
Aunque yo lo sabía en mi interior, una vez más me sorprendió escucharla.
¿Cómo es posible que algunas nos quejemos de nuestra fertilidad y nos
intentemos escapar de ella, con nuestra gráfica del método Billings,
mientras hay cientos de parejas que mueren por tener un hijo y no lo
consiguen por más tratamientos hormonales, operaciones quirúgicas y
experimentos que hacen por lograrlo?
¿Por qué Dios permite esas diferencias tan extremas? ¿No sería más justo que todos pudieran tener el mismo número de hijos?
Eso es un misterio, pero si creemos realmente que Dios es sabio y bueno,
creeremos también que lo permite por razones sabias y buenas.
¿Qué razones podrá tener Dios para permitir que existan matrimonios estériles mientras hay otros demasiado fecundos?
Las razones de Dios deben de ser muchas y muy variadas, pero una razón
buena para permitir que un matrimonio sea muy fecundo es simplemente
para que el mundo se llene de hombres y mujeres santos y se los otorga a
aquéllos que cree capaces de educarlos para la santidad.
Pero existen más razones: en el medio rural de todo el mundo, los hijos
significan el apoyo y la fuerza de trabajo necesarias para la
supervivencia de toda la familia. Ellos agradecen a Dios su fecundidad.
Por supuesto, sé que también existen matrimonios fecundísimos que viven
en la miseria total, como es el caso de cientos de familias en la India.
Éstas tienen una misión importantísima y es la de abrir los ojos a
todos aquellos que tienen de sobra y dicen que no pueden mantener un
hijo más. Dios quiere que se despierten en ellos los sentimientos de
generosidad y solidaridad que les ayudarán a su salvación eterna.
¿Y los matrimonios estériles?...
En algunos, puede ser que Dios permita su esterilidad para que ellos
como matrimonio, tengan el tiempo suficiente para dedicarse a la
extensión del Reino de Cristo a través de obras apostólicas o
humanitarias.
También podría ser que Dios permitiera la esterilidad en un matrimonio
para despertar en ellos la generosidad que implicaría adoptar aquellos
hijos no deseados por otros.
Otra razón puede ser, para demostrar con éstos ejemplos a la humanidad
entera, que un hijo es siempre un don de Dios y no un derecho de todo
matrimonio que quiera tenerlo...
Podemos evitar la vida, pero no tenemos poder para darla. En el dar la
vida a un ser humano, tiene que haber forzosamente una intervención
directa, una acción voluntaria de Dios.
El hombre, por más que se esfuerce por engendrar un hijo, si Dios no le concede el don de la vida... ese hijo no nacerá.
Si es cierto que Dios es el dueño de la vida y que es el único que puede
concederla, entonces, un hijo no puede ser nunca producto de un
accidente de la naturaleza o de la debilidad de hombre, sino que siempre
será una acción voluntaria de Dios, que desea que ese hijo nazca a la
vida.
Entonces... ¿Qué sentido tiene llevar el método Billings? ¿Para qué
tanta continencia, tantos miedos, tantas recriminaciones que genera en
una pareja? ¿No sería más fácil aceptar de antemano, con humildad, el
Plan de Dios en mi vida, aceptar mi fecundidad o esterilidad y vivir con
una total apertura mi vida conyugal tal como Dios la ordenó desde el
principio?
Después de todo, si concibo un hijo, será porque Dios así lo quiso, pues solo Él es el dueño de a vida.
Quinta Reflexión: Si es cierto que Dios ama a cada hombre y lo ha elegido desde la eternidad para una misión insustituible...
La fe nos dice que Dios tiene un plan para cada hombre. Nos dice que
cada ser humano que llega a la vida ha sido pensado y amado por Dios
desde toda la eternidad.
Esto significa que cada niño, cada niña que llega al mundo, tiene una
misión irremplazable en este lugar; que cada niño está llamado a conocer
a Dios y a gozar eternamente de su presencia en el Cielo.
Si hoy quitaran esta parte de la fe y nos dijeran que no es cierto, que
somos sólo un accidente de la naturaleza, una irresponsabilidad de
nuestros padres....¿Qué sentido podría tener la vida?
Entonces, si es cierto que todos hemos sido pensados y amados por Dios,
si es verdad que cada niño que nace tiene una misión irremplazable...
¿Con qué cara puedo yo decirle a Dios que no deseo traer más hijos al
mundo? ¿Con qué cara le puedo decir a Dios que no quiero que esos niños
en los que Él ha pensado desde siempre, lo lleguen a conocer?
¿Con qué cara podré ver a Dios el día del juicio cuando me diga que Él
había pensado en doce hijos míos como doce grandes apóstoles, pero yo
sólo acepté darle cinco, porque "me dio flojera empezar de nuevo con los
pañales"?
¿Con qué cara podría decirle a ese hijo mío, al que todavía no conozco,
que no voy a permitir que venga al mundo, porque "ya no cabe en el
cuarto de sus hermanos"?
¿Cómo le puedo negar el derecho de conocer a Dios, de convertirse en
templo del Espíritu Santo, de llegar al Cielo y gozar de una felicidad
eterna?
¿Cómo puedo negarle la vida a alguien por flojera, por egoísmo o por no confiar lo suficiente en Dios?
¿Cómo puedo negarle al mundo la oportunidad de que un hijo mío haga algo
bueno por la humanidad, porque no permití que éste naciera?
Sexta Reflexión: Si la Divina Providencia existe...
La fe nos dice que Dios, en su infinita Bondad, Poder y Sabiduría,
permite aquéllo y sólo aquéllo que puede ser bueno para la salvación del
hombre, pues Él sabe cómo sacar del mismo mal, un bien mayor.
Si es verdad esto, si es verdad que Él es mi Padre y es Todopoderoso,
entonces, no va a permitir que suceda algo contrario a mi salvación. De
hecho, ni siquiera permite que el demonio me ponga tentaciones que yo no
pueda vencer.
Entonces, si Él me manda un hijo al que yo no deseaba ni buscaba, porque
me sentía incapaz de educarlo, debo confiar en que Él mismo verá la
manera de concederme todo lo necesario para darle a ese hijo la
educación y el cuidado necesarios, para que pueda ser capaz de llegar al
Cielo a gozar eternamente de su Gloria.
Por ejemplo, supongamos que la razón por la que yo no quiero tener otro
hijo, es porque vivo en un departamento muy chico y sé que los niños
necesitan espacio para correr. Supongamos que Dios me lo manda aunque yo
haya hecho "tejes y manejes" para evitarlo. Entonces, si creo en la
Divina Providencia, puedo estar segura de que Dios me concederá la
gracia de tener un parque cercano o amigos que nos inviten a jugar a sus
jardines.
Dios mejor que nadie, sabe lo que los niños necesitan. ¡Él los inventó!
Si creemos en la Providencia divina, debemos confiar en Dios. Él es
nuestro Padre. Él nos dará todo lo que necesitemos: llámese pobreza o
riqueza, llámese salud o enfermedad, llámese fertilidad o infertilidad,
llámese exceso de tiempo para convertir al hijo único en un super-hombre
o llámese falta de tiempo para que los quince hijos aprendan a
compartir, a ayudar, a sacrificarse por el otro. ¡Todo lo que Él permite
es bueno y está encaminado a nuestra salvación!
La única condición que Dios nos pone para darnos todo lo necesario es
"Buscar primero el Reino de Dios", es decir, esforzarnos por cumplir su
Voluntad en el estado y condición donde nos encontremos.
La cosa cambia cuando voluntariamente no cumplimos la Voluntad de Dios,
pues entonces, nuestra confianza no la podremos poner en Dios y la
tendremos que poner en cosas tan inestables como el alza de las acciones
en la Bolsa o en las tasas de interés bancario, o en una empresa que
hoy puede estar bien y mañana mal... ¡Eso sí es para ponerse a temblar!
Séptima Reflexión: Un hijo siempre es un don
Los hijos, buscados o no, siempre son un don, una bendición, un regalo maravilloso de Dios.
Llevo diez años de matrimonio, diez años de vivencia intensiva del estilo de vida Billings y tengo cinco hijos.
Los dos primeros fueron concebidos "medio cumpliendo" las reglas del
método Billings. No buscábamos al hijo, porque, según nosotros, como
todos los recién casados, "todavía no era el momento adecuado", pero
sabíamos que estábamos rompiendo las reglas en días posiblemente
fértiles: En vez de seguir la regla que dice "un día sí y un día no y
por la noche", era "un día si y otro también a cualquier hora".
Estábamos "abiertos" a la concepción, pero... en los días francamente
fértiles guardábamos continencia. Ahora me pregunto: ¿Para qué? ¡De
cualquier forma quedé embarazada! Hubiera sido mucho más enriquecedor
para los dos, sabernos abiertos totalmente a la vida y entregarnos sin
reservas y sin la angustia de: ¿Será el día tres? ¿Me habré observado
bien? ¡Qué susto!
Los dos son unos niños maravillosos. Dios sabía lo que hacía al mandármelos.
A mi tercera hija, que es una preciosura, la encargamos voluntaria y
conscientemente. Recuerdo ese momento como el más feliz de mi vida
matrimonial. Era pleno día cúspide, sabíamos que estábamos concibiendo
un hijo. No hubo reservas, ni miedos, ni nada que limitara nuestra
entrega mutua. ¿No debía de ser eso lo normal en la vida matrimonial? Y
yo, en diez años de matrimonio, lo he experimentado una sola vez. ¡Qué
desperdicio!
Mi cuarto hijo y mi quinta hija, fueron concebidos no sé ni cómo ni
cuando. Total continencia en días fértiles y posiblemente infértiles.
Exagerábamos las reglas del Billings a "un día no y otro tampoco" antes
del período fértil y en vez del: 1, 2, 3, 4, era: 1, 2, 3, 4, 5, 6, 7 y
por la noche, después del día cúspide.
¿Para qué? Dios nos mandó a dos hijos preciosos, que han sido una
verdadera bendición. Él sabe lo que es bueno para nosotros. Nosotros no
nos sentíamos capaces de mantener y educar a un hijo más y Dios nos
consideró capaces, confió en nosotros y se ha encargado de darnos todo
lo necesario.
Somos bienaventurados. Los hijos son una bendición y no un castigo de
Dios. Hay que perder el miedo a los hijos. El miedo al hijo estropea las
relaciones conyugales. Un hijo es lo mejor que puede suceder y Dios no
nos mandará más de los que Él quiera, guiado por su infinita sabiduría y
bondad. ¿Por qué tener miedo a no ser capaces, a no tener tiempo, a no
tener dinero, a no tener salud? El problema es de Dios y no de nosotros,
pues Él se ha comprometido: "Buscad el reino de Dios y su justicia y
todo lo demás se os dará por añadidura".
A pesar de esto, estoy de acuerdo con el refrán mexicano que dice: "A
Dios rogando y con el mazo dando". Sé que no es algo fácil, pues un
mayor número de hijos implicará más trabajo, más cansancio, más
sacrificio, menos tiempo para uno mismo, pero todo eso está implícito en
el buscar el Reino de Dios y su justicia. Nunca Jesús nos dijo que el
camino fuera fácil y si, estando abiertos a la vida, Dios decide, con
Sabiduría y Bondad mandarnos muchos hijos, será una manifestación clara
de su Voluntad, y no un producto de nuestra irresponsabilidad.
Octava Reflexión: ¿Y los hijos de Francisca?
Una amiga muy cercana leyó mis reflexiones cuando estaban aún en borrador y me dijo:
“No tengo nada que objetarte si pienso en ti, en tu marido y en tus
hijos...todos los que llegues a tener. No dudo que sean una bendición,
que tengan una misión, que Dios los haya amado desde siempre. Pero...¿y
los hijos de Francisca...?”
Francisca es una señora que trabaja en casa de otra amiga mutua. Es
madre soltera de siete hijos, cada uno con un padre distinto. Los niños
viven “encargados” con la abuela, la tía, la comadre, etc. Muchos días
no tienen qué comer y visten harapos conseguidos en las ventas de garage
del vecindario.
Su pregunta me hizo reflexionar, pero al final la conclusión fue la misma:
Dejando a un lado los juicios que podamos emitir acerca de la bondad o
maldad de las acciones de la madre, su responsabilidad o falta de ella
al engendrar dichas vidas; si es verdad que Dios es Bueno, Todopoderoso,
Providente y Único dador de vida, no nos puede caber la menor duda de
que esos niños harapientos y desnutridos, fueron queridos por Él y
tienen una misión importante que cumplir en esta vida.
Humanamente es difícil de entender, pero si creemos en la vida eterna,
todo cobra sentido automáticamente. La vida siempre es un don, aunque
esté llena de sufrimientos y amarguras, pues es la oportunidad para
alcanzar una eternidad feliz junto a Dios.
La vida es sólo un puntito en la eternidad y cualquier sufrimiento vale
la pena, para alcanzar esa vida eternamente feliz junto a Dios.
A los hijos de Francisca se les pedirá mucho menos que a otros para
alcanzarla. ¡Esos niños también son una bendición, una muestra del amor
de Dios por el hombre!
Lo mismo podemos decir de los minusválidos, los deformes, los enfermos
mentales, los abandonados, los que mueren de hambre en la India... Todos
ellos fueron amados por Dios desde siempre y todos tienen una misión
especial e importante en este mundo.
Novena Reflexión: La paternidad debe ser responsable
El término “paternidad responsable” surgió por primera vez de la
Iglesia, refiriéndose a la responsabilidad que implica ser padres.
Y el Papa y los obispos han seguido hablando de ello en sus documentos,
pero su significado original ha sido desvirtuado por algunos gobiernos y
asociaciones que dicen luchar contra la sobrepoblación.
De esta manera, el término “paternidad responsable” se ha convertido en
slogan publicitario y , usado de esta manera, nos ha llevado a creer que
la responsabilidad de los padres se mide en función al número de hijos y
...¡no tiene nada que ver una cosa con la otra!
Lo triste es que esta situación ha engañado a muchos creyentes y no
creyentes, a sacerdotes y laicos. Ha disfrazado la verdad, escondiendo
bajo la palabra “responsabilidad” al egoísmo, a la sexualidad
desenfrenada, al materialismo, a la comodidad...
El término “paternidad responsable” entendido como “pocos hijos para
darles mucho” es un engaño, pues algunos de los que lo siguen,
justamente lo hacen por no asumir una nueva responsabilidad, ya sea por
flojera, por egoísmo, por falta de generosidad o por falta de confianza
en Dios.
Sin embargo el término es muy valioso cuando se le da su primer
significado que se refiere a hacerse responsables de los hijos que se
tengan. De esta manera, la paternidad responsable se ejerce una vez que
el hijo nace y no impidiendo que éste nazca.
La “paternidad responsable” no consiste en limitar el número de hijos,
sino en asumir la responsabilidad, desde el momento de la concepción, de
educar y amar a ese hijo con el esfuerzo, el tiempo, el trabajo, el
sacrificio que sea necesario.
Si un matrimonio no desea asumir esa responsabilidad...¡que se abstenga de tener relaciones!
Pero si “a-priori” se ha asumido dicha responsabilidad y se confía en
que Dios suplirá nuestras limitaciones, entonces... ¿por qué abstenerse
de los goces propios y exclusivos del matrimonio, exactamente en los
días en que el organismo está preparado para ellos?
Es cierto que sería irresponsable aceptar una nueva responsabilidad
cuando se ve claramente que no puedo cumplirla. Pero la responsabilidad
de una nueva vida sólo la puede dar Dios y la da con una promesa: “No os
preocupéis... vuestro Padre que está en los Cielos ya sabe que
necesitan. Busquen el Reino de Dios y todo lo demás se les dará por
añadidura”, que en otras palabras significa: “Yo te daré lo que
necesites. Confía. Soy Todopoderoso y te amo.”
Es cierto... es “menos malo” no aceptar la responsabilidad, que
aceptarla y no cumplirla. Pero sin duda, lo mejor es aceptarla y
cumplirla ¿no es cierto?
Décima Reflexión: ¿Cuál puede ser una razón grave?
El Santo Padre, quien conoce muy bien a Dios, nos dice que es lícito
usar el método de la continencia periódica para espaciar los embarazos,
cuando exista una razón proporcionalmente grave que así lo amerite.
¡Ojo!, nos dice “es lícito”, pero no nos dice “es recomendable” o “es
obligatorio” y nos habla de “espaciar” mas no de “limitar”.
En todos los documentos de la Iglesia alrededor del tema, desde la
Humane Vitae hasta la Evangelium Vitae pasando por la Familiaris
Consortio y el Nuevo Catecismo, se habla de que una “razón grave” puede
ser: económica, social, fisiológica o psicológica, pero no se especifíca
cuantitativa ni cualitativamente, es decir: no se aclara qué tan pobre o
qué tan enfermo o qué tan loco tiene que estar uno para que sea lícito
espaciar los nacimientos.
Y como no se aclara, el deseo de “ser responsables” de acuerdo al
slogan, ha hecho que muchos matrimonios crean que una razón grave puede
ser:
- “el no poder mandar a los hijos a una escuela costosa” ¿Qué sabemos
nosotros si el ir a esa escuela les ayudará para su salvación? Si Dios
lo quiere y sabe que esto es indispensable para la salvación de los
hijos, ya se encargará Él de que podamos conseguir una beca.
- “el no podernos ir todos los años a Disneylandia” ¿ Nos enriquece
Disneylandia de tal manera que sea indispensable para la salvación? ¡San
Agustín no la conoció y sin embargo se fue al Cielo!
- “el no tener una casa suficientemente grande para que cada hijo tenga
su recámara con baño y vestidor” ¿ No será más enriquecedor para los
niños el aprender a convivir en un espacio más pequeño?
- “el no tener tiempo suficiente para llevar a todos a clases de karate,
computación, tenis y todo lo necesario para ser super-hombres” ¿No será
más santificante el convivir en casa y aprender a compartir a mamá con
los otros y a ayudarse mutuamente?
- “el no tener paciencia suficiente para lidiar con más de dos” ¿No es
la paciencia un fruto del Espíritu Santo? ¿No deberíamos confiar en que
Dios nos la dará, si sabe que la necesitamos, en que vendrá incluida con
el siguiente hijo?
- “el no tener tiempo para atender a todos como a mí me gustaría” ¿Y
cómo le gustaría a Dios que yo los atendiera? Las mamás siempre tendemos
a la sobreprotección y tal vez Dios quiere que nuestros hijos aprendan a
ser autosuficientes más rápido por alguna razón que Él conoce y
nosotros no.
Nosotros no lo podemos saber, pero Dios lo sabe todo y nos ama. ¿Por qué
no dejarlo decidir a Él si nuestra razón es grave o no? El camino fácil
es poner cualquier pretexto de gravedad. ¡Hay que aprender a confiar en
su Divina Providencia, cuidando solamente el poner todo de nuestra
parte, para cuidar y educar a aquellos hijos que Él, guiado por su
Bondad y Sabiduría, nos mande!
Esos hijos serán una muestra clara de su Voluntad, una prueba viviente
de cuál es la misión que nos tiene encomendada desde toda la eternidad.
A pesar de todo lo dicho, estoy de acuerdo en que pueden existir razones verdaderamente graves, por ejemplo:
- “mi matriz está destrozada, me pongo en peligro de muerte con un embarazo”.
- “mi marido y yo tenemos serias desavenencias y pleitos continuos”.
- “estoy en tratamiento psiquiátrico pues tengo un problema emocional grave”.
En esos casos, no se puede asumir la responsabilidad de cuidar y educar a
un hijo y por lo tanto, puede recomendarse la continencia y tal vez no
sólo periódica, sino total y permanente, pues lo contrario sería un
atentado contra la misma vida.
Pero... ¿continencia por miedo al sacrificio que traerá la concepción de
un hijo? Eso tiene mucho de egoísmo y poco de amor. Este sacrificio
sería tan vano como el de las mujeres que dicen “sacrificar” su
maternidad por mantener una figura esbelta.
La continencia por miedo al hijo, puede ser más egoísta que la misma
píldora: eso de tener que tomarse diariamente y sin falta, unas
pastillas que engordan, sacan acné, generan hemorragias, destruyen el
sistema hormonal y lo peor de todo, anulan la posibilidad de recibir a
Jesús sacramentado, sólo por complacer a un marido que no quiere más
hijos, es más difícil y arriesgado sin duda alguna, que negarse a tener
relaciones en los períodos fértiles.
Del mismo modo, podría resultar menos egoísta el ser capaz de
arriesgarse por amor al marido, a una operación de ligado de trompas o
de vaciado de matriz que le generarán unas molestias horribles física y
psicológicamente.
Usar el método Billings sin tener una razón grave para evitar el
embarazo, puede ser tanto o más nocivo que los métodos artificiales,
pues además de ser un camino más fácil, deteriora la comunicación en el
matrimonio y genera unas relaciones “semi-obligadas” y poco
satisfactorias, como se ve en el diario de mi amiga.
El método Billings no es malo, pero no debe ser un “estilo de vida” sino
solamente un “rómpase el cristal en caso de emergencia” para recurrir a
él en los momentos aislados de la vida matrimonial en los que exista
una razón verdaderamente grave para no tener otro hijo.
Valdría la pena preguntarles a todos los matrimonios que creen
santificarse por llevar el método Billings ¿Cuál es tu “razón grave”
para no desear más hijos?
También deberíamos preguntarles a algunos promotores del método, si no
se sienten mal de hacer creer a los jóvenes próximos a casarse, que para
ser “responsables” deben “controlar” el don mas grande que han recibido
de Dios, el de ser capaces de ser co-creadores con Él.
¿No sería mejor utilizar todos sus esfuerzos y recursos, humanos y
materiales, para convencer a los hombres de que deben confiar en Dios
Padre, Sabio, Todopoderoso, Providente y Bueno?
Decimoprimera Reflexión: La continencia como medio de santificación
La continencia voluntaria de la pareja puede ser un excelente medio de
santificación, cuando está basada en el deseo de formar la voluntad,
hacer un sacrificio por alguna causa noble, mejorar las relaciones de la
pareja o reparar las penas merecidas por el pecado.
Pero... cuando está basada en el miedo a tener otro hijo por falta de generosidad, no sirve como medio de santificación.
Hay gentes buenas que desean ser fieles a Dios, a las que por desgracia,
las presiones sociales les han hecho creer que su continencia basada en
deseos materialistas es un sacrificio con el que agradan a Dios.
Las parejas que desean utilizar la continencia periódica como medio de
santificación, deberían poner una fecha fija para su continencia, por
ejemplo todos los viernes o toda la cuaresma y no fijar esas fechas en
función a los periodos fértiles, pues el miedo al hijo puede estropear o
enturbiar su trabajo de santificación.
Decimosegunda Reflexión: ¿Es el método Billings un mal necesario?
Existen organizaciones buenas como WOOMB, que promueven el método
Billings entre las masas, para contrarrestar la acción de las
autoridades anti-natalistas.
Es verdad, si el método no se promueve, entonces la gente caerá en el
uso de anticonceptivos o en el aborto que tienen peores consecuencias.
Pero...¿Es el Billings lo que debe promoverse o la generosidad y la Confianza en Dios?
Cuando le preguntaron a Jesús acerca de por qué Moisés aceptaba el
repudio, Él dijo: “Eso era por la dureza del corazón del hombre, pero en
un principio no fue así...Lo que Dios ha unido, no lo separe el
hombre”.
Jesús contestó esto, no porque creyera que el corazón del hombre había
cambiado, sino porque sabía que nos iba a dejar el Sacramento del
Matrimonio, mediante el cual, el mismo Dios ayudaría al hombre a ser
capaz de cumplir con la indisolubilidad y la unicidad de la unión
conyugal.
El hombre no había cambiado, pero antes estaba solo y ahora contaba con la fuerza del Sacramento, con la fuerza del mismo Dios.
¿Será acaso que ahora se promueve el método “debido a la dureza del
corazón del hombre”? ¿Es la promoción indiscriminada del mismo, un mal
que se permite para evitar otros peores? ¿No es el Sacramento lo
suficientemente poderoso como para también ayudar a la pareja a confiar
en Dios en este aspecto? ¿Tendrá que venir Jesucristo de nuevo para
instituir un nuevo Sacramento que ayude a los matrimonios a confiar en
la mano Providente de Dios?
¡No es posible! La gracia del sacramento es suficiente.
Lo que sucede y deberíamos de aceptar, es que nuestra fe es muy débil y
preferimos creer en las erróneas y falaces teorías Maltusianas, las
cuales, a pesar de haber sido desmentidas miles de veces, siguen
asustándonos con sus historias de un mundo superpoblado e incapaz de
alimentar a todos.
Aquí transcribo algunas citas del Evangelio que me encontré cuando
andaba en mi crisis de conciencia y todas ellas me confirmaron mis
conclusiones:
· “El que recibe a uno de estos pequeños, a mí me recibe...”
· “No os preocupéis por lo que habéis de comer...pues vuestro Padre Celestial ya sabe lo que necesitan...”
· “Busquen el reino de Dios y todo lo demás se os dará por añadidura”
· “Todo lo que hicisteis a uno de ellos, a mi me lo hicísteis”
· “¡Ay de aquél que rechace a uno de estos pequeños, pues los ángeles que los cuidan miran la gloria de Dios!”
· “Recibiréis el ciento por uno en esta vida y después la vida eterna...”
No encontré ninguna que dijera: “Procread y multiplicaos con
responsabilidad, no vaya a ser que vuestra generosidad le gane a la
Providencia de Dios”.
Decimotercera Reflexión: Lo que el Dr. Billings nos dice...
Mientras mi conciencia me gritaba que no estaba bien el estilo de vida
Billings, cayó en mis manos el libro “El Amor es más fuerte” en el que
el autor en la pág 208, cita al Dr.Billings, quien advierte:
“Es particularmente desaconsejable, en los primeros años del matrimonio,
que los momentos de experiencia sexual sean determinados por la
infertilidad mas bien que por la inclinación natural. Además, la evasión
del embarazo en esta época, es notablemente peligrosa para la
estabilidad del matrimonio” (Método de la ovulación, ed. Paulinas,
México 1976)
¿Por qué no nos dicen eso en los cursos del método Billings?